Y retraso un ayer que así amara
alargando un mañana de diamante,
sangrando un ojo de piel expectante,
amarrando el presente que dispara.
Duelen esas hojas que ayer quemara
e inventaran azahar del buen amante,
por eso me entrego, como principiante,
al estupor de primavera tarara.
Y por qué no vernos de nuevo las caras,
las pupilas, los tactos o las canas,
tú que siempre me esperaste con ganas.
Y por qué no atarnos de nuevo las alas,
con el sol, las noches o aquellas algas.
Abre tu tiempo que todavía amas.
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