Luneando

Luneando
Sigue la luz que te inspira

martes, 12 de abril de 2011

Sigamos luneando



  • Y ahí estamos los dos,
    luneando,
    esperando que algún rayo de luna alumbre la oscuridad
    que nosotros mismos nos encargamos de engendrar.
    Mirando al cielo a la espera de la caída de una estrella
    que recoja los despojos de nuestra alma,
    alma que canta al sonido de la oscuridad mientras esconde
    el silbido de la vida, vida de luz añorada pero temida
    en su intensidad.


    Y ahí estamos los dos,
    tú y yo,
    y ella, la luna,
    que fue testigo de nuestro humo envuelto de adolescencia,
    de la pasión suelta al viento o escondida entre escaleras,
    de los secretos tan inocentes como un pasado bañado
    en misterio,
    mi luna, tu luna, amiga de nuestro luna,
    todas las noches que forman la nuestra.


    Y una barca. Cajón desastre de todos nuestros errores.
    Nuestros cuerpos, cansados pero latentes,
    sujetados por ella,
    que llora a nuestros pies pidiendo socorro,
    suplicando la fuerza que le lleve a la orilla,
    la orilla de nuestro amor,
    dónde volvamos a encontrarnos y a decirnos y a amarnos,
    pero sin amar.
    Porque el amor era el secreto,
    el secreto de una realidad abatida por la verdad.
    Se me sale de los labios y enciende la llama agotada por el frío,
    y yo sé que es luneando como prende la única luz del paisaje.


    Pero tú te escondes, y tienes razón por hacerlo,
    y yo lo sé, pero lloro.
    Mis lágrimas aumentan el llanto de la barca,
    nuestra barca,
    que intuye el naufragio pero no deja de nadar,
    como yo, como tú.
    Tú no sabes y yo no sé,
    y hoy tú quieres saber, lo intentas, pero entonces me miras
    y sé que no sabes y yo empiezo a saber.


    Adiós, amor escondido, amor refugiado, amor enfermo, amor.
    Y volveré pero tú no estarás o yo no estaré,
    pero volveré.
    La barca habrá naufragado, o no,
    nuestro amor habrá dejado de llorar, o no,
    pero la luna, aunque quizás ya no sea nuestra,
    seguirá en lo alto,
    seguirá siendo la única luz que dé vida a nuestro amor.
    Seguiremos llenando el mar o no,
    pero seguirán habiendo lágrimas en nuestro pasado,
    y quizás se convierta en futuro o no,
    pero seguiremos recordando
    cómo luneando creímos encontrar el paseo
    de nuestro amor.


    Y yo no quiero dejar de recitar por no ver el final,
    por no despedirme de un amor, tu amor,
    que estuvo escondido pero resurgió a la luz de nuestra luna,
    que se escapó de mis labios dando sentido a un silencio
    que gritó al final para salvar el principio.


    Y hoy me voy, y no quiero irme,
    pero sí quiero irme,
    me da miedo y me ilusiona,
    una partida que te llora más que a nada,
    porque volaré con miedo a que ya no estés,
    con incertidumbre de si estuviste,
    y con ilusión de que simplemente no fuera el momento.


    Y necesito gritar que me esperes, y sé que no debo,
    y me conmueve querer que me esperes,
    pero tengo miedo a la nieve.


    Míranos, mirando la luna,
    luneando,
    tú y yo,
    y ella,
    y hoy sé que cualquier luna creciente será tuya,
    nuestra,
    del amor escondido, enfermo,
    cualquier luna creciente hablará de nuestro amor.

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