Luneando

Luneando
Sigue la luz que te inspira

domingo, 28 de agosto de 2011

Sinestesia

Un sabor agrio, que procedía de dentro, invadió sus labios que acabaron el día completamente regados. “Y yo me pregunto por qué tantas nuevas personas dejan de bañarme con dulzor el paladar. Hay días en que odio esta enfermedad tan ingrata”. Los momentos de pesimismo no perduraban más de unos minutos. Era justo después del amargor cuando apretaba suavemente el play, cerraba con fuerza los ojos, tanto que dolía, para después abrirlos lentamente hasta encontrar su tamaño más grande. Esperaba y esperaba, repetía el movimiento una y otra vez, porque era optimista. Finalmente, no le quedaba otra, se daba por vencido. Esta extraña sensación no cruzaba la frontera de sus labios. Seguía sin ver castillos al son de la melodía. Entristecía la noche y mantenía la esperanza de que fuera a la siguiente cuando por fin enfermara de gravedad.


miércoles, 17 de agosto de 2011

Sacudiendo la arena



Incógnitas presentes en el espacio de tus oyuelos,
Extraños horizontes que te visten de jazmín 
cuando en tu recuerdo te dibujas de amapola
y ensucias el mañana con vago desafío a la eternidad.
Envistes las certezas que te apresuran de menta 
tras un orden hermanado a un sabor más dulce,
menos ácido.
Te bates entre éxtasis y cordura aflojado por
la lección de una vida cargada de soledad a pesar
de no haber tenido extenso silencio.
Ahí está el fruto de tu calma que reviste de azucena
un pálpito tenue, parecido al verdor apagado
de tus ojos encendidos por la llama del ayer.
Me preguntas si aún te creo y me ciego 
ante los pasos que allanaron el volcán de nuestro camino.
Ojalá dejara de creerte, ojalá pudiera sacudir la arena
que encontró tu ausencia mientras más silencio
escupía en el retorno de tu ausencia.
Te creo mientras mis labios te confunden como 
tus ojos confundieron mis pasos. 

lunes, 15 de agosto de 2011

Inspiración


Abrazo las noches que me escriben. 
Las echo de menos por cuando no las tengo. 
Escuadras redondas que siempre se tocan, se empujan. 
Abro los ojos que luchan con la gravedad, que empujan mis dedos hasta clavarlos en las teclas que las dibujan, 
a ellas, mis noches. 
Me inspira tu olvido, el tuyo y el mío. 

Saludo al sol


En días como hoy mastico pensando en cómo complico los fáciles días. La suerte, el valor de quién soy, se enfrenta al sol al que me encargo de robarle su luz. Por fin sonrío y dejo que marchen aquellos minutos que me confundían, en los que me sentía fantasma de mi propia realidad, en los que me compadecía para darle sentido a la obra que encuadernará mi muerte. Y es entonces cuando no comprendo por qué castigo las lunas que me acompañan por el simple, un extraño, placer que me impulsa a las nubes. Fijo mi mirada, inspiro con destreza, hondamente, estiro mi cuerpo hasta rozar las estrellas y moldeo unos labios que saludan mis cejas.