Luneando

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Sigue la luz que te inspira

sábado, 1 de febrero de 2014

Pérdida o bendición


Hoy ruge la niebla de nuevo.
Los oscuros vuelven a ser negros
y los vacíos oscuros
porque mi recuerdo sopla
con viento oeste
y mi risa se despide de los pájaros.

Ayer soñaba que ya no estás
girando mis párpados despistados,
ya no dolían a lágrimas
ni olían a humedad.
No añoraba nuestro futuro
tan sólo recordaba lo que fue.

Mañana andaré camino a ti
sin detenerme en la esquina,
manteniendo mi paso ágil, juvenil,
mientras busco el rugir del alba
que se adelanta a otro día feliz.

Ya no hay nada que esperar
más el rojo oscurecer que un día
me hizo morir para después
asfixiar mi soledad. Son días fáciles,
ojos soleados que alargan mi despertar
recordando que, un día,
sólo quise gritar.

Podría haber borrado los gritos,
o podrías haberlo hecho tú,
más si una mañana sales a pasear
en busca de un corazón de verdad
puede que sólo encuentres
la flor marchita,
la que  un día dejaste
de regar mutando el abono por frialdad.

Porque palpitar sólo hay uno,
con el mismo nombre,
el mismo rostro, la misma sal y
yo no lo tengo en propiedad.
Un cachito de mi alma se acercó
al nacer a ese monstruo de cristal,
sábanas sucias que no consiguen
dormir la noche por conjurar
los días negros que acabaron con el mar.

¿Sería una bendición que tuvo que ser
enjuagada por las gotas del fracaso
para revivir,
para reaccionar?

Si no tuviste que ser mío, quizás,
yo no te perdí,
y fue mi ángel, desde el cielo,
el que me alejó de ti.
Si no tuviste que ser mío , quizás,
por eso me dormí,
y la soga que até a mi cuello
bendijo la mañana que me alejó de allí