Te vas y no puedo tocarte.
Me pasé la vida rozándote a lo lejos
y perdida en el abismo de que el tiempo
nunca espera.
Te estás yendo y no puedo ni rozarte.
Tus recuerdos se pierden entre tu aliento
y tus ojos mientras yo me borro
en tu tacto.
Te vas y yo no estoy.
Enseñaste a tu Dios que enseñar es fácil
cuando tu alma limpia abre a los sueños
de los tuyos, tu maestría.
Te estás yendo y sólo te recuerdo.
Templanza, valor, tolerancia, infinito...
son las palabras que si aún me escucharas
grabaría en tu olvido.
Y ella me habla de tu entrecejo,
de tu miedo, y yo te sigo recordando.
A ti, que sabes que me escucharás desde algún lugar
Tu Mariquilla