‘Te enseñaré a decir...Te amo
comprendiendo el gran valor de lo que dices,
y desprenderás las alas....’
Estrenaste mi alma para convertirla en hielo.
Es tan difícil que un Te quiero se escape de tus labios,
no sujetarlo hasta que se deshaga en la humedad de tus dientes,
no pensarlo mientras te esfuerzas en que se disuelva
en olvido instantáneo por la vergüenza a no acompañarlo,
además de aire,
de tu voz gemela,
o por el miedo a decirlo antes de lo pensado
sin escoger el mejor momento.
El primer Te amo es trémulo, ingenuo, inolvidable.
Pero un día se convierte en sangre, en dolor.
Y ese día el sentido de un Te quiero es más que el propio sentimiento.
El amor madura, se hace frío, gana en ego y llega a ser arrogante.
Pero el Te quiero es bello,
sentido para dentro o realizado para fuera.
Me regalaste un Te quiero que nunca vio la luz
y hoy le regalas un billete del que no conoce destino.
Me duele el Te quiero que siembras cuando te quemo
pero agradezco el hielo que me permite esta cruz.
Porque te siento, porque las ocho sílabas de esas dos palabras
acarician mi lengua dejándome sentir tu tacto.
Porque no hay regalo más bello que mirar cómo me miras
dejando que mis ojos, que no tienen cortina, adivinen
esas ocho sílabas de las dos palabras
que acabaron con cualquier posibilidad de ver
más allá de tus ojos.
Y no me importa que tus labios no se muevan
al son de este sonido,
ni siquiera me importaría que a ti no te acariciaran
porque cuando el sueño comienza a apagar tus ojos
empuja a mi deseo a acunarte, a mimarte.
Porque tus defectos se han convertido
en mi propósito nocturno,
y duermo con ellos para que se sientan cómodos
cada mañana.
Porque prefiero no tener día a perderlo sin saber de ti.
Ese ‘Te quiero’ que no tiembla pero tampoco
me ahoga en agua salada,
y me deja libre, como soy,
es el amor que no pide más a cambio
que seguir despertando entre Te quieros
que no ven la luz porque la crean ellos mismos.
Es que cuando río añoro tenerte a mi lado
para que comprendas lo feliz que me haces.
Es que cuando no estás y río tengo celos
a mi risa porque se entrega a quien no debe.
Miro tu destartalada forma de andar
pero la recuerdo
como un baile de sirenas que dibujan en el agua,
te siento fluir y convierto tus protestas
en sonrisas.
Te amo. Desato mis alas y espero que el vuelo se entregue al aire.