insistiendo en el silencio de los días nublados.
Dejo que las hojas caigan del racimo
de tu árbol dando la bienvenida a la estación
de la melancolía, porque eso eres hoy para mí,
melancolía.
La impaciencia de mi alas que temen
lanzarse al vacío intuyendo el desplome
de sus plumas, aún, de cristal.
Pero se agitan, se enderezan ante el abismo
de una respuesta que duele de claridad.
Hoy no sirven los versos que salpicaron
el ayer de fantasía. Crezco entre problemas
que no permiten la inocencia
de mis suspiros y me acercan al frío
impuesto de mi alma.
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